Death is lighter than a feather, duty heavier than a mountain
Iba a hablar acerca de mi visita de ayer al Planetario (que ahora es el Planetario de San José, siempre y cuando no le pongan el Planetario de la Amistad...), pero ahora tiene prioridad la muerte de un gran autor: Robert Jordan.
Personalmente, conocí su obra gracias a la serie de The Wheel of Time que me prestó mi amigo Manuel. La serie es realmente interesante y una lectura pesada no apta para los vagos: 12 libros con más 250.000 palabras cada uno, una precuela (y él planeaba escribir 2 precuelas más), cientos de personajes (aunque algunos parezcan de relleno y otros mueran de formas que no aprobamos), y una gran imaginación en el desarrollo de la historia y del mundo donde se localiza.
Como todo buen autor (y a sabiendas de que tenía una enfermedad terminal), Jordan tenía un gran de ayudantes que conocían y transcribían los detalles de la historia y (en teoría) van a poder terminar el último libro de la serie.
PS. El título de hoy es un dicho de una de las regiones de esa serie.
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